La función del documental
Robert
Flaherty, considerado el padre del cine documental, realizador del mítico
filme, Nanuk, el esquimal, del año
1922, escribió posteriormente alguna reflexiones sobre el género cinematográfico
que abordara y que fueron publicadas en el Nº 22 de Cinema. Quindinale di Divulgacione Cinematográfica, en Roma, el 25
de mayo de 1937. De ese texto extraemos algunos párrafos que nos parecen de gran
valor porque no han perdido vigencia.
Dice Flaherty: “Nunca como hoy el mundo ha tenido
una necesidad mayor de promover la mutua comprensión entre los pueblos. El
camino más rápido, más seguro, para conseguir este fin es ofrecer al hombre en
general, al llamado hombre de la calle, la posibilidad de enterarse de los
problemas que agobian a sus semejantes. Una vez que nuestro hombre de la calle
haya lanzado una mirada concreta a las condiciones de vida de sus hermanos de
allende fronteras, a sus luchas cotidianas por la vida con los fracasos y las
victorias que las acompañan, empezará a darse tanto de la unidad como de la
variedad de la naturaleza humana y a comprender que el extranjero, sea
cual sea su apariencia externa, no es tan sólo un extranjero, sino un
individuo que alimenta sus mismas exigencias y sus mismos deseos, un individuo,
en última instancia, digno de simpatía y consideración.”
Las palabras de Flaherty reflejan un
profundo humanismo y un concepto de hermandad universal, atributos que podemos
encontrar en muchos documentales de toda la historia del cine y en la intención
de la mayoría de los documentalistas.
Continúa el documentalista: “El cine resulta particularmente
indicado para colaborar en esta gran obra vital. Indudablemente, las
descripciones verbales o escritas son muy instructivas, y sería absurdo
pretender ignorarlo o creer poder prescindir de ello, desde el momento que
constituyen nuestra piedra angular, pero en cambio hay que reconocer que son
abstractas en indirectas y que por tanto no consiguen ponernos en inmediato y
estrecho contacto con las personas y las cosas del mundo tal como puede hacerlo
el cine.”
Podría pensarse que las ideas de
este párrafo publicadas hace más de setenta años, han sido superadas,
completadas y ampliadas por la televisión en su programación basada en
registros de la realidad, pero lo que mueve a las grandes cadenas de televisión
a mostrar la realidad y su forma de hacerlo, no es precisamente un concepto de
hermandad universal y un profundo humanismo. Si esta fue la intención, la verdad
es que no lo logró.
Volvamos a Flaherty: “Además es importante recordar que el hombre de la calle no tiene mucho
tiempo disponible para la lectura y que incluso cuando lee, después de su
trabajo, no tiene la necesaria energía para asimilar las nociones leídas. En
esto reside la gran prerrogativa del cine: en conseguir dejar, gracias a sus
imágenes vivas, una impresión duradera en la mente.”
Este sigue siendo un principio básico aplicado en la
enseñanza audiovisual.
“Debido a su misma naturaleza,
-Dice Flaherty- el documental se halla en condiciones de
aportar una contribución importante en este sector.” (La
información y formación del hombre de la calle, el ciudadano de a pie).
“La finalidad del
documental, tal como yo lo entiendo, es representar la vida bajo la forma en
que se vive. Esto no implica en absoluto… que la función del director del
documental sea filmar, sin ninguna selección, una serie gris y monótona de
hechos. La selección subsiste, y tal vez de forma más rígida que en los mismos films
de espectáculo. Nadie puede filmar y reproducir, sin discriminación, lo que
pase por delante, y si alguien fuese lo bastante inconsiderado como para
intentarlos, se encontraría con un conjunto de fragmentos sin continuidad ni
significado, y tampoco podría llamarse film a ese conjunto de tomas.”
Este párrafo es muy interesante para
pensar en la actualidad cuando vemos especialmente en Internet y levantadas de
aquí en muchas señales televisivas, el fárrago de muy mal filmadas imágenes de
la realidad que se publican inmediatamente después de ser registradas, sin la
mínima reflexión sobre las mismas y sin la menor elaboración. Sólo se
fundamentan en el impacto, la mayor morbosidad posible y cuanto el peor mal
gusto, mejor. Lo que entristece no es que sean publicadas, sino la cantidad de
visitas que reciben.
Finalmente Flaherty nos dice: “Una hábil selección, una cuidadosa
mezcla de luz y de sombra, de situaciones dramáticas y cómicas, con una gradual
progresión de la acción de un extremo a otro, son las características
esenciales del documental, como por otra parte pueden serlo de cualquier forma
de arte.”
“…Estoy firmemente
convencido de que lo que nos hace falta es un gran desarrollo del tipo de film
que acabo0 de describir, en el que estén suficientemente ilustrados los usos y
costumbres de los hombres, sea cual sea el país y la raza a los que
pertenezcan: una producción de esta clase no sólo presentaría un gran interés
por su nota de autenticidad, sino que además tendría un valor incalculable a efectos
de la mutua comprensión de los pueblos”.
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