Alexander Medvedkin: 294 días sobre ruedas.
Por Jorge Surraco Ba
Alexander Medvedkin realizó una de las
experiencias cinematográficas dentro del género documental que aún hoy, época
de facilidades tecnológicas, de portabilidad de los equipos y de facilidad en
el transporte, causa asombro porque sería bastante complejo de realizar ahora y
mucho más, en las condiciones de ochenta y dos años atrás.
Símbolo del Cinetren |
En
1932, por orden del Comisionado de Transporte del Pueblo de la entonces Unión
Soviética, Medvedkin instala el primer cinetren de la historia que no es más
que un estudio cinematográfico sobre ruedas completamente equipado para
producir films “para movilizar a las
masas trabajadoras en torno a las tareas de construcción socialista…”[1]
Fue…”la última gran experiencia del cine soviético revolucionario, antes que
la estética del realismo socialista se impusiera en 1934.”
“¿Qué era el cinetren? Físicamente tres vagones: el primero incluía
habitación y comedor para un equipo de treinta y dos personas; el segundo, una
sala de proyección, un depósito de materiales y una instalación completa para
producir films de animación; el tercero, un laboratorio equipado para revelar y
copiar.”[2]
A esto hay que agregar que en el tercer
vagón se había dispuesto un pequeño garaje para alojar una camioneta sin la
cual no hubieran podido moverse porque en las zonas rurales que visitaban no
había transporte automotor local.
Se debe tener en
cuenta además que la televisión ni el video o cualquier otro tipo de registro
magnético de imágenes no existía en ese momento y que la técnica era
fotoquímica, donde la película fotosensible que se retiraba de la cámara era
sometida a un proceso de baños químicos para obtener en primer lugar una imagen
negativa que a su vez debía ser copiada sobre otra película que también debía
ser procesada químicamente para obtener las imágenes positivas aptas para ser
proyectadas. Demás está decir que las películas, mojadas por los baños
químicos, debían ser secadas antes de su manipulación. Este proceso se
concretaba sobre dos mil metros de película de 35 mm por día. (Pedimos
disculpas por esta explicación elemental pero es posible que esta nota sea
leída por jóvenes cuya experiencia con las imágenes no haya pasado por la tecnología
descripta).
Primera dotación del Cinetren listos para salir en su primer viaje. Medvedkin, el primero de la izquierda |
“Entre el 25 de enero de 1932 y el 15 de enero de 1933 transcurrieron
los 294 días sobre ruedas a que se refiere el título de las memorias de
Medvedkin”.[3] Y también subtitula el presente artículo de este
blog.
En
la edición en castellano de esas memorias se antepuso el título “EL CINE COMO PROPAGANDA POLÍTICA”, que
puede inducir a error por la significación que tienen los términos propaganda y
política. La labor del cinetren no se ocupaba de difundir los actos de gobierno
ni las directivas del partido comunista, sino que filmaba en los lugares de
trabajo, especialmente ferroviarios y mineros, los problemas emergentes de las
mismas condiciones de trabajo, las deficiencias de la maquinaria utilizada, la
desidia y los vicios de los obreros y en gran medida, la corrupción de los burócratas
locales.
Por
eso la necesidad del tren equipado de la manera que lo estaba, porque filmaban
y proyectaban en el lugar de los hechos para que los problemas que las
películas mostraban fueran discutidos, analizados y solucionados en el mismo lugar
y lo más rápido posible. El lema del Cinetren era: “HOY FILMAMOS, MAÑANA EXHIBIMOS. Principio
que debía cumplirse inexorablemente para alcanzar la efectividad buscada. Esto
llevaba a que las 32 personas del equipo fueran hábiles en el desempeño de cualquiera
de las tareas necesarias y en horarios que a veces los llevaba a permanecer sin
dormir varios días.
Medvedkin trabajando en el Cinetren |
Claro
que esta tarea generaba multitud de conflictos en varios frentes: a) con las
personas o grupos o fábricas que aparecían en las películas como parte o
causantes de los problemas provocados a la producción final; b) con los
integrantes del propio equipo que no podían seguir el ritmo exigido y fuera de
un núcleo duro, debían ser exonerados y reemplazados; c) con los burócratas locales
y centrales que veían a la tarea del Cinetren como una amenaza a los puestos
políticos que habían alcanzado; d) con el Noticiero Soyuzkino de quien dependía
la experiencia, cuyos directivos consideraban que se les escapaba de las manos.
A
veces podían continuar gracias a que algunos dirigentes honestos de compañías
estatales regionales, valorando el trabajo del Cinetren, financiaban, si bien
no era necesario porque el presupuesto era del noticiero central, la tarea
hecha en su distrito comprando las películas que se referían a ellos, con el
convencimiento que de esa manera daban cierta autonomía a la experiencia. Al
respecto Medvedkin en sus memorias comenta: “Resultó
muy oportuno, porque las autoridades cinematográficas no aprobaban nuestro
experimento, nos obstaculizaban cuanto podían y no habrían perdido la
oportunidad de cerrarnos el paso por causa de baja rentabilidad.”[4]
Los camarógrafos del Cinetren en 1932 |
En una próxima entrada veremos algunos ejemplos del
trabajo realizado por el Cinetren.
CONTINUARÁ
[1] Alexander
Medvedkin, 294 días sobre ruedas; Editorial siglo XXI, Bs As, 1973, pag 26.
[1] Decreto del Comisariato
del Transporte citado por Edgardo Cozarinsky en el prólogo de la edición en
castellano del libro de Medvedkin, tomado de un estudio de Jan Leyda.
[2] Edgardo
Cozarinsky idem anterior.
[3] Edgardo
Cozarinsky idem anterior.
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