Recuerdos de la Escuela Documental de la Universidad del Litoral - Argentina - 1
Jorge Surraco Ba
editor
En el viejo baúl encontramos el programa, fechado
en la primavera de 1959, de la primera semana universitaria de cine documental
internacional, organizado por el Instituto de Cinematografía de la Universidad
Nacional del Litoral. Allí junto al nombre
de Fernando Birri, aparecen otros que fueron no sólo los pilares de ese
Instituto, sino también de la renovación del cine latinoamericano de aquellos
años, obra que los distintos golpes militares, interrumpían o clausuraban.
Entre las notas que leímos, nos llamó la atención la escrita por Alfredo Ariel
Carrió: poeta, escritor, periodista y cineasta documentalista, conocido como
“el pájaro carpintero”; cofundador con Birri del Instituto de Cine de la UNL;
organizador de la semana de cine documental que refleja el programa en cuestión,
Coordinador de Cultura de la universidad santafesina en esos años y docente de
la misma y de la UNER.
Su
texto es una visión poética del tipo de documental que aquél mítico instituto
de cine propugnaba y llevaba a cabo, y que podría sintetizarse en dos de frases
de este texto:
Somos un documento de carne
y amor que se proyecta hacia el futuro.
Nadie debería
ocultarse de lo que golpea en la calle.
Compartimos
la totalidad del texto que nos parece aplicable a estéticas y enfoque actuales.
Página interior del programa |
Poesía y documento
Por Alfredo
Ariel Carrió De la Vandera
“el pájaro
carpintero”
No hay alegría más extrema que vivir
apretado junto al hombre y cantar su vida.
No hay signo, ni cábala, ni emblema más
jubiloso que pisar la tierra y sentirla nuestra e infinita.
Día a día, minuto a minuto corre la mano
del hombre en cada casa, documentando y exigiendo un nuevo impulso de trabajo
para justificar la existencia. Y de cada uno de nosotros, que andamos sufriendo
ante la desorganización de la fe común, de nuestro siglo quizás sacrificado por
la guerra injusta de las motivaciones presentes que avanzan buscando soluciones
y de los golpes imprevistos de la científica actual sale una respiración
potente, viril y esperanzada día a día y en cada minuto, porque también de cada
uno de nosotros sale un hijo para bautizar un barrio con su risa.
Somos un documento de carne y amor que
se proyecta hacia el futuro.
La realidad de los pueblos por más dura
que fuere, es el eje del mundo de donde deberán partir las soluciones, las
problemáticas y las denuncias de nuestra hora.
Nadie debería ocultarse de lo que golpea
en la calle.
Ampliación de la portada del programa |
Antes que yo y por cada uno de mis
miembros, corren millares de fábricas enérgicas que silban despertando el
sueño, millares de panaderías magníficas y tiernas con olor a manos, millares
de ferroviarios agrupados músculo contra músculo, diente contra diente que en
un amanecer de bicicletas rechinan el acero contra el yunque, el fuego y nuestra
sangre.
Antes que “el gozoso y lento trabajo de
escoger flores”, está la frente organillera de don Pedro jubilado, el tiempo de
los niños con su clima de rayuela en las barriadas, el puerto agreste –solo-
con su disfraz de arpillera soñando con boinas vascas.
Y todo prosigue y siempre poesía.
Es tan simple el amor cuando pisa la
tierra que dan ganas de hundirse con paladas de sangre inmensamente hermanas y
besarle la boca al último gurí del último alfarero.
Estamos obligados a documentarnos, a denunciarnos
con nosotros mismos, a ofrecernos y a quitarnos, la risa y el dolor, el abrazo
y el trabajo, el vino y el sudor.
Todo aquí es nuestro y nadie ha
reclamado su parcela.
Alfredo Ariel Carrió |
El árbol de la plaza y su paloma, el
feriado metalúrgico: cada abuelo con su nieto pasando por las tabernas con su
sonrisa de tronco y lo palpable también del hacha norteña socavada por el sol,
y la lluvia y el viento y el hombre siempre.
Documentar es imponer a la carne un
nuevo bautismo en el presente nuestro.
Pero cuidado y atentos porque el
documento es crudo, real e indomable.
Es la esencia de toda cultura. Es el eje
de las palpitaciones de nuestra hora colocada más cerca del amor que de las
premeditaciones.
Cultura para el hombre y para quienes
deseen realizarla conciencia y documento de la realidad.
Magnífica la literatura clasicista,
depurada la poesía del preciosismo francés. Imponderable es la historia del
arte de los pueblos.
Pero cuidado con las estadísticas
sociales porque no encontraremos los suficientes capacitados para la
comprensión de los propósitos intelectuales.
Cuidado porque detrás del poeta, del
pintor o del mago corren millares de niños descalzos y sobre el humo fogonero
de nuestras villas miserias está también el mundo, condensado, heroico y esperando…
…que el carnicero prosiga su faena de
cuchillo abriendo y serruchando la voz de nuestro campo…
…que el escritor busque su vino
almacenero y levante su copa en el mercado…
…que el indio se acerque con su huella y
con su risa talada de penachos…
…que nuestras madres amasen los domingos
el trigo con sus dedos convocados…
…que el “pizero” encienda su “vitrola”
de tangos…
… y que cada corazón asalariado
documente su vida en cada tranco.
Aquí Argentina, tierra de la vena
hachada, dentadura americana parida al sol y en mate amargo avanzan sobre tu
piel multitudes de pájaros arando.
Pero cuidado con el paso. La huella
persiste y el eco retumba.
Sobre tu pecho queda el documento de
carne hecho desde aquí donde rechina el yunque, el fuego y nuestra sangre, día
a día, minuto a minuto. Músculo contra músculo, diente contra diente.
Alfredo Ariel Carrió De la Vandera,
nació en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz en 1938 y falleció en Aldea
Brasilera, una de las aldeas de los alemanes del Volga, en la provincia de Entre Ríos, el 18 de octubre del año 2011.
FUENTES
Universidad
Nacional del Litoral; Programa de la
primera semana universitaria de cine documental internacional; Santa Fe,
1959.
Sobre
la personalidad y obra de este autor se pueden consultar las siguientes páginas
web:
Y
otras páginas a las que se pueden acceder escribiendo su nombre en un buscador.
Las
fotos de Carrió fueron tomadas de:
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