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jueves, 8 de agosto de 2013

SIGLO XXI: VIGILIA DE CÁMARAS



NUEVOS RUMBOS EN LA DOCUMENTACIÓN DE LO REAL

Por el prof. Jorge Falcone

Mucho nos agrada poder incorporar a nuestro blog una nota de un documentalista y estudioso de los medios de comunicación audiovisual, como es Jorge Falcone. Esperamos poder seguir contando con su firma.
 
Falcone homenajeando al Maestro Jorge Prelorán en la Calle Hermógenes Cayo-Cochinoca.
Si la Patria ha cumplido 200 años, el cine documental acusa aproximadamente la mitad.
Durante muchos años, este singular abordaje audiovisual que se ocupa de la díscola materia de la realidad, en cuanto a afluencia de público y fomento a su producción ocupó el sitial de “Patito Feo” del Séptimo Arte. Hasta que surgieron los primeros maestros y filmes-escuela: Flaherty y Nanook El Esquimal, Joris Ivens y Tierra de España, Raymundo Gleyzer y Méjico, la Revolución Congelada…

En 1958 el humilde carácter del holandés Bert Häanstra se vio conmovido por el 1er Óscar de la Academia otorgado a un filme documental: Su obra “Vidrio”, que homenajea a los artesanos sopladores de cristal emulando una sesión de jazz hace honor a la definición que se atribuye al sociólogo escocés John Grierson, quien caracterizó a nuestra profesión como un “tratamiento creativo de la realidad”.

El nuestro es un país con una vasta tradición documental, que para muchos especialistas halla un hito fundacional en la inauguración de la Escuela de Cine del Litoral santafesino, cuyo mentor, el Maestro Fernando Birri, importó la mirada neorrealista desde la Roma de posguerra a nuestra pampa gringa.

Hacia la crisis de 2001, salvo honrosas excepciones, el documental - sujeto a la convención de busto parlante, y locución en off sobre imágenes de archivo - aparecía ante el público joven como el ejemplo más palmario de un cine aburrido. 

Falcone en un momento de filmación de su último documental
Entonces se produjo una auspiciosa confluencia de factores que enamoró a una nueva generación con este tipo de cine. Un pueblo movilizado pisoteaba el Estado de Sitio superando así las últimas secuelas del terrorismo ideológico y revalorizando la política y la historia, mientras irrumpía en el mercado una tecnología accesible y dúctil que propiciaría un escenario de cámaras alertas: El asesinato del Presidente Kennedy se registró desde un único punto de vista y aún sigue impune. Sesenta años después, el de los piqueteros Kosteki y Santillán fue plasmado en incontables registros, que posibilitaron, a la fecha, meter preso por lo menos al ejecutor material de ese crimen.  

Qué ha sido pues de este tipo de cine desde que registrar “La salida de los obreros de la fábrica” se intuyó diferente a inventar “Un viaje al imposible”?
·        Por lo pronto se derrumbaron los compartimentos estancos que separaban documental de ficción: Un ficcionalista como Pablo Trapero se permite incrustar a su actriz de cabecera en medio de una población carcelaria real y sujeta a escasas consignas, y un documentalista como Michael Moore no elude ni el paso de comedia, ni el video-clip, ni la animación. Es más, con su película “Vals con Bashir” el israelí Ari Folman inaugura la categoría de animación documental.
·        El yo del documentalista va apareciendo desprejuiciadamente en cada vez más obras.
·        La miniaturización creciente de los equipos de registro propicia climas narrativos de gran intimidad.

Tal vez nuestro mayor dilema sea repensar el rol del documentalista ante un escenario en que todos somos potenciales corresponsales, y lo privado irrumpe en la esfera pública con gran potencia. Ahora que una quinceañera presenta en sociedad el periplo audiovisual que va de su primera ecografía hasta la llegada en limusina al salón de fiestas. Una pareja interrumpe el acto sexual para corregir el encuadre y colgar luego su intimidad en youtube

Un curso comercializa en el colegio el registro en celular del linchamiento a la estudiante más bonita… Acaso nuestra función consista en dar la batalla por el sentido de las imágenes circulantes, generalmente arrebatado por un poder global que no deja de alienarnos. Quizás este presente nos esté imponiendo seguir los pasos de Guamán Poma de Ayala convirtiéndonos en cronistas de un siglo nuevo. Al rescate de verdades tan antiguas como el hombre.-

Prof. Jorge Falcone (IDAC, 1992)
Miembro fundador del Movimiento de Documentalistas
Docente de la Universidad de Palermo
Guionista del canal estatal Tec TV

sábado, 1 de junio de 2013

Papeles encontrados en un viejo baúl – 3 – Jean Vigo




Los textos encontrados en esta oportunidad fueron escritos por el documentalista Jean Vigo, autor de dos importantes obras de la historia del cine: “A propósito de Niza” de 1929 y “Cero en Conducta” de 1933. Toda su filmografía alcanza a cuatro films. Los dos restantes son Taris Champion de natation (1931) y L’ Atalante (1934), esta última realizada antes de su muerte ocurrida en el mismo año.
 
Jean Vigo
 
El texto que reproducimos fue publicado en noviembre de 1961 en el nº 19 de la revista Premier Plan de Lyon, Francia, aunque por supuesto fue escrito antes de 1934. Hemos eliminado para esta versión, los párrafos en que se refiere a “Un perro Analuz”, película de Luis Buñuel, que Vigo considera dentro de lo que el llama “cine social”. Hemos tomado esta decisión para evitar confusiones porque lo escrito tiene mucho que ver con la época en que fueron realizadas estos films y a nuestro juicio, no aporta al tema central donde Vigo desarrolla claramente su enfoque sobre el documental. De todas maneras las partes referidas a la película de Buñuel, bien pueden incluirse en otro tipo de estudio que posiblemente encaremos.

A continuación transcribimos dicho texto de Vigo del que comentaremos algunas partes.
Jorge Surraco Ba

El punto de vista documentado[1]
Por Jean Vigo

        Que nadie piense que hoy vamos a descubrir América.     
        No se trata hoy de descubrir el cine social, como tampoco de sofocarlo en una fórmula, sino esforzarse en despertar en vosotros la necesidad latente de ver más a menudo buenos films, que traten de la sociedad y de sus relaciones con los individuos y con las cosas.

        Dirigirse hacia el cine social, significaría decidirse a explotar una mina de temas que la actualidad iría renovando incesantemente.
        Significaría evitar  la sutileza excesivamente de artista de un cine puro y la supervisión de un super ombligo visto desde un ángulo, luego desde otro ángulo, desde otro más todavía, desde un super-ángulo; la técnica por la técnica.
        Significaría prescindir de saber si el cine tiene que ser a priori mudo, sonoro, en relieve, en color, en olor, en etcétera.[2]



        Ya que poniéndonos en otro terreno, ¿acaso obligaríamos a un escritor a decirnos si para escribir su última novela utilizó la pluma de ganso o la estilográfica?

Fotograma de L' Atalante
        Realmente son artículos de feria.
        Por otra parte, el cine se rige por la ley de los feriantes.
        Dirigirse hacia el cine social, significaría decidirse simplemente a decir algo y a suscitar ecos diferentes de los eructos de todos esos señores y señoras que van al cine a hacer la digestión.[3]

        Dirigirse hacia un cine social, significa pues proveer al cine de un tema que suscite interés.



        Pero querría hablar de un cine social más concreto y del que me hallo más próximo: del documental social, o dicho con más exactitud, del punto de vista documentado.
        En este terreno a investigar, afirmo que la cámara tomavistas es rey o al menos presidente de la república.

        Ignoro si el resultado será una obra de arte, pero de lo que sí estoy seguro es que será cine.
        El señor que hace documentales sociales es ese tipo suficientemente flaco como para introducirse por el agujero de una cerradura y capaz de filmar al salir de la cama a un príncipe en camisón, admitiendo que fuese un espectáculo digno de interés. El señor que hace documental social es este buen hombre lo bastante diminuto como para apostarse bajo la silla del groupier, gran dios de los casinos.

 
        Este documental social se diferencia del documental a secas y de los noticiarios de actualidades por el punto de vista defendido inequívocamente defendido por el autor.
        Este documental exige que se tome postura, porque pone los puntos sobre las íes.
        Si no implica a un artista, por lo menos implica a un hombre. Una cosa vale la otra.

        La cámara estará dirigida a lo que debe ser considerado como un documento y que, a la hora de la edición, será interpretado como tal: un documento.
        Por supuesto, la participación conciente de las personas a filmar, no puede permitirse. El personaje deberá ser sorprendido por la cámara, de lo contrario hay que renunciar al valor “documento” de este tipo de cine.[4]

        Y el fin último podrá darse por alcanzado si se consigue revelar la razón última de un gesto, si se consigue extraer de una persona banal y captada al azar su belleza interior o su caricatura, si se consigue revelar el espíritu de una colectividad a partir de una de sus manifestaciones puramente físicas.

        Y esto con tal fuerza, que a partir de ahora la gente que antes pasaba a muestro lado con indiferencia, se ofrece a nosotros a pesar suyo y más allá de las apariencias. Este documental social tiene que hacernos abrir bien los ojos.


        “A propos de Nice” es sólo un modesto borrador para un cine de este tipo.
        En este film, a través de una ciudad, cuyas manifestaciones son significativas, se asiste al proceso de unas ciertas gentes.

        En efecto, apenas indicados la atmósfera de Niza y el espíritu de la vida que allí se lleva  -¡y en otras partes también por desgracia!-, el film tiende a la generalización de groseras diversiones situadas bajo el signo de lo grotesco, de la carne y de la muerte, y que son los últimos estertores de una sociedad abandonada a sí misma hasta daros náuseas y haceros cómplices de una solución revolucionaria.

Conclusión de este bloger: Más allá del tono altisonante, de posiciones de barricada, este texto mantiene conceptos, que podrían llamarse éticos, que bien pueden ser considerados por los documentalistas actuales.

Las imágenes sin leyenda corresponden a "Cero en Conducta", la primera y "A propósito de Niza", la última.




[1] El título ya está dando un enfoque del documental, novedoso para la época. De alguna manera está expresando que lo que se documenta es un punto de vista sobre el mundo real.
[2] En todo este párrafo, toma posición enfrentándose con las vanguardias existentes en su época como expresión de minorías intelectuales.
[3] Aquí se enfrenta con el cine comercial dominante a nivel  masivo en esos años.
[4] Esta posición extrema, entendible en esa época por el enfrentamiento con un cine de ficción absolutamente evadido del mundo real. Con el pasaje del tiempo y de la experiencia documentalista, el mismo ha sido ampliado y hoy, el tipo de documentales descripto por Vigo, es una de las modalidades de representación del género documental, estudiadas y clasificadas por Bill Nichols en su libro “La representación de la realidad”.

viernes, 10 de mayo de 2013

Papeles encontrados en un viejo baúl – 2



La función del documental
Robert Flaherty
Robert Flaherty en la filmación de Lousiana Story

Robert Flaherty, considerado el padre del cine documental, realizador del mítico filme, Nanuk, el esquimal, del año 1922, escribió posteriormente alguna reflexiones sobre el género cinematográfico que abordara y que fueron publicadas en el Nº 22 de Cinema. Quindinale di Divulgacione Cinematográfica, en Roma, el 25 de mayo de 1937. De ese texto extraemos algunos párrafos que nos parecen de gran valor porque no han perdido vigencia.

            Dice Flaherty: “Nunca como hoy el mundo ha tenido una necesidad mayor de promover la mutua comprensión entre los pueblos. El camino más rápido, más seguro, para conseguir este fin es ofrecer al hombre en general, al llamado hombre de la calle, la posibilidad de enterarse de los problemas que agobian a sus semejantes. Una vez que nuestro hombre de la calle haya lanzado una mirada concreta a las condiciones de vida de sus hermanos de allende fronteras, a sus luchas cotidianas por la vida con los fracasos y las victorias que las acompañan, empezará a darse tanto de la unidad como de la variedad de la naturaleza humana y a comprender que el extranjero, sea cual sea su apariencia externa, no es tan sólo un extranjero, sino un individuo que alimenta sus mismas exigencias y sus mismos deseos, un individuo, en última instancia, digno de simpatía y consideración.”

            Las palabras de Flaherty reflejan un profundo humanismo y un concepto de hermandad universal, atributos que podemos encontrar en muchos documentales de toda la historia del cine y en la intención de la mayoría de los documentalistas.

            Continúa el documentalista: “El cine resulta particularmente indicado para colaborar en esta gran obra vital. Indudablemente, las descripciones verbales o escritas son muy instructivas, y sería absurdo pretender ignorarlo o creer poder prescindir de ello, desde el momento que constituyen nuestra piedra angular, pero en cambio hay que reconocer que son abstractas en indirectas y que por tanto no consiguen ponernos en inmediato y estrecho contacto con las personas y las cosas del mundo tal como puede hacerlo el cine.”

            Podría pensarse que las ideas de este párrafo publicadas hace más de setenta años, han sido superadas, completadas y ampliadas por la televisión en su programación basada en registros de la realidad, pero lo que mueve a las grandes cadenas de televisión a mostrar la realidad y su forma de hacerlo, no es precisamente un concepto de hermandad universal y un profundo humanismo. Si esta fue la intención, la verdad es que no lo logró.


            Volvamos a Flaherty: “Además es importante recordar que el hombre de la calle no tiene mucho tiempo disponible para la lectura y que incluso cuando lee, después de su trabajo, no tiene la necesaria energía para asimilar las nociones leídas. En esto reside la gran prerrogativa del cine: en conseguir dejar, gracias a sus imágenes vivas, una impresión duradera en la mente.”

            Este sigue siendo un principio básico aplicado en la enseñanza audiovisual.

            “Debido a su misma naturaleza, -Dice Flaherty-  el documental se halla en condiciones de aportar una contribución importante en este sector.”  (La información y formación del hombre de la calle, el ciudadano de a pie).

         “La finalidad del documental, tal como yo lo entiendo, es representar la vida bajo la forma en que se vive. Esto no implica en absoluto… que la función del director del documental sea filmar, sin ninguna selección, una serie gris y monótona de hechos. La selección subsiste, y tal vez de forma más rígida que en los mismos films de espectáculo. Nadie puede filmar y reproducir, sin discriminación, lo que pase por delante, y si alguien fuese lo bastante inconsiderado como para intentarlos, se encontraría con un conjunto de fragmentos sin continuidad ni significado, y tampoco podría llamarse film a ese conjunto de tomas.”

            Este párrafo es muy interesante para pensar en la actualidad cuando vemos especialmente en Internet y levantadas de aquí en muchas señales televisivas, el fárrago de muy mal filmadas imágenes de la realidad que se publican inmediatamente después de ser registradas, sin la mínima reflexión sobre las mismas y sin la menor elaboración. Sólo se fundamentan en el impacto, la mayor morbosidad posible y cuanto el peor mal gusto, mejor. Lo que entristece no es que sean publicadas, sino la cantidad de visitas que reciben.

            Finalmente Flaherty nos dice: “Una hábil selección, una cuidadosa mezcla de luz y de sombra, de situaciones dramáticas y cómicas, con una gradual progresión de la acción de un extremo a otro, son las características esenciales del documental, como por otra parte pueden serlo de cualquier forma de arte.”

         “…Estoy firmemente convencido de que lo que nos hace falta es un gran desarrollo del tipo de film que acabo0 de describir, en el que estén suficientemente ilustrados los usos y costumbres de los hombres, sea cual sea el país y la raza a los que pertenezcan: una producción de esta clase no sólo presentaría un gran interés por su nota de autenticidad, sino que además tendría un valor incalculable a efectos de la mutua comprensión de los pueblos”.